Las guerras del agua
A menudo desde lugares geográficos con abundancia -o sobre abundancia- de agua, tales como la pampa húmeda, se percibe la falta del recurso como algo ajeno y lejano, algo que le puede pasar a gente que vive en otras latitudes. Sin embargo, la problemática del acceso al agua apta para el consumo humano se hace carne en la vida de una gran cantidad de funenses.
Las quejas se suman día a día en la esquina de Mitre y Tomás de la Torre. Los vecinos tienen cada vez menos paciencia. Tener agua potable no debería costar tanto esfuerzo. Autos, utilitarios, motos y bicicletas estacionan todos los días a toda hora para cargar sus bidones. Es que no hay alternativa. O se paga al sodero por el agua o se espera en vano a que el municipio, la provincia y la nación se dignen a llevar adelante las obras que muchos barrios de la ciudad necesitan.

Mientras las obras no llegan, los vecinos acuden a esa esquina a buscar el preciado líquido vital porque desconfían de la calidad de los otros 2 o 3 lugares habilitados por el municipio. Desde este lugar, no podemos decirle a las autoridades elegidas por el pueblo lo que tienen que hacer. Sin embargo sí podemos transmitir lo que los funenses dicen en esas charlas que se suceden hora tras hora en esa esquina entre los que están llenando el bidón y los que están esperando su turno. El denominador común de esas conversaciones es el hartazgo. Lo peor no es que los vecinos están cansados de tener que hacer el esfuerzo, sino que no se sienten escuchados, no sienten que el municipio les facilite la tarea.
En este sentido, el año pasado, la única canilla en el lugar se multiplicó por tres. Eso automáticamente produjo un alivio. Sin embargo, a meses de esa acertada medida, las canillas están rotas, perdiendo litros y litros de agua por hora. Para agravar la situación, el sitio ha ido desmejorando notablemente, con gran cantidad de barro y basura alrededor, lo que compromete la asepsia de los bidones y, en consecuencia, la calidad del agua misma.

Aníbal Faccendini, titular de la cátedra libre del agua, dependiente de la Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales, explica que hablar de “guerras del agua es hablar de los problemas y conflictos para acceder al agua por parte de la ciudadanía a nivel local, regional, nacional. Evitar las guerras de agua es ambientalizarla, evitar el daño ambiental y garantizarla como derecho humano”.
Tres interrogantes nos surgen de toda esta situación:
1- ¿Es tan difícil hacer un contrapiso y carpeta de 10 metros cuadrados en el lugar y arreglar las canillas periódicamente?
2- Teniendo en cuenta que hay cientos de funenses que viajan varios kilómetros desde la zona oeste hasta la canilla de Mitre y Tomás de la Torre, ¿es tan difícil poner otro puesto más hacia el oeste?
3- ¿Por qué la municipalidad no hace una campaña informando a la población sobre la calidad del agua de los otros puestos que están habilitados y de dónde proviene la misma?
Si el intendente no toma cartas en el asunto, las guerras del agua se profundizarán